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Rural: El atractivo de los territorios también depende de las innovaciones organizativas

* Lourdes Pérez. Investigadora de TBS Education.

La investigadora Lourdes Pérez ha estudiado los efectos del programa europeo Smart Rural 21, cuyo objetivo es revitalizar la vida en el campo. Crear pueblos inteligentes para reinventar la ruralidad requiere, no sólo, garantizar la calidad de las conexiones a Internet, sino también incorporar innovaciones organizativas que potencien la participación.

Atrapados en las grandes ciudades en el tiempo del confinamiento, muchos han soñado con la naturaleza y la vida rural. Algunos han dado el paso, aprovechando el desarrollo del teletrabajo.  Pero estudios recientes muestran que los desplazamientos a ciudades medianas o suburbios han sido los más numerosos: la mayoría de españoles, como la mayoría de europeos, vive en ciudades. Vivir en el campo todavía significa a menudo un acceso difícil al empleo, una vida cultural limitada, un medio de transporte imprescindible... Una situación agravada por los altos precios de la gasolina.

Para combatir estos obstáculos a la instalación de las generaciones jóvenes en las zonas rurales, la Unión Europea ha puesto en marcha un programa llamado Smart Rural 21, que acaba de completarse y que hemos estudiado. ¿Cuál es el objetivo del programa? Que la aspiración de una vida más tranquila, mejor calidad del aire, alimentación más sana y viviendas más espaciosas pueda atraer a los habitantes de forma sostenible en territorios que actualmente están envejeciendo. En toda Europa los desafíos son similares. Se trata de encontrar relevos de actividad de calidad en estos lugares para permitir que más personas puedan vivir allí sin degradar el medio ambiente.

Para los teletrabajadores y empleadores, la calidad de las conexiones a Internet es primordial. Proporcionar espacios de bajo costo para iniciar nuevas actividades también es útil. Por último, es necesario facilitar el acceso a los servicios públicos. Y, para todo esto, se necesita dedicar financiación. Pero el atractivo de las zonas rurales también depende de innovaciones organizativas cuya importancia no se reconoce suficientemente.

¿Por qué no vivir en el Círculo Polar Ártico?

Los servicios de autoayuda en línea entre vecinos que se están desarrollando actualmente en las grandes ciudades, que proporcionan asesoramiento y ayuda local. De hecho, se inspiran en las prácticas ancestrales de las aldeas. En muchas aldeas, estas redes de ayuda mutua están ahora muy vivas. Facilitan tanto la solidaridad vecinal como el uso compartido del automóvil.

La Unión Europea busca difundir este tipo de buenas prácticas en la medida de lo posible para inspirar a los funcionarios electos y aldeanos que deseen «inventar sus vidas en lugar de consumirlas». En el proyecto Smart Rural 21 destacan una veintena de iniciativas remarcables, todas ellas en municipios de menos de 15.000 habitantes e incluyendo aspectos económicos, sociales y medioambientales.

Para facilitar las transiciones a la vida rural, un pueblo sueco de 800 habitantes cerca del Círculo Polar Ártico, por ejemplo, ha creado una aplicación que permite a los candidatos potenciales proyectarse en esta aventura. Precios de la vivienda, oportunidades laborales, oferta educativa y cultural... Todos los elementos están ahí para ayudar a aquellos que planean abandonar la ciudad a elegir entre pueblos en busca de nuevos habitantes, tomando - por qué no - el extremo norte.

Valoración de los recursos naturales locales

En Italia, la microaldea de Ostana (50 habitantes), en el noroeste de los Alpes, ha sido señalada por el programa Smart Rural 21 por su capacidad para atraer también a nuevos habitantes. Su secreto: un trabajo colectivo llevado a cabo mano a mano por el ayuntamiento y una asociación local que reúne a niños locales que regresaron a su tierra natal después de varias experiencias, así como algunos pioneros de Turín. Juntos, al reunir sistemáticamente a las autoridades públicas y a los empresarios locales en torno a la mesa, han logrado promover un turismo de calidad libre de especulación inmobiliaria.

Del mismo modo, en la isla griega de Citera, en el mar Egeo, rica en un tejido asociativo muy denso, los habitantes han participado en la definición de nuevas actividades que pueden apoyar a las generaciones más jóvenes sin dañar el medio ambiente: la organización y promoción de caminatas guiadas que atraen a turistas fuera de temporada; la transformación de edificios antiguos en espacios culturales durante todo el año; la modernización de la producción de aceitunas a través de la agricultura ecológica de precisión...

La valoración de los recursos naturales locales es siempre un enfoque central. La creación de un mercado artesanal, por un lado, en Letonia permite dar a los productores regionales las primeras salidas. Por otro lado, en Bulgaria, un pueblo forestal de 120 habitantes se embarca en la creación de rocódromos y muebles de diseño.

Modelos organizativos que potencien la participación

Pero los empleos no lo son todo. También se trata de ofrecer a los nuevos residentes la calidad de vida que les atrae. En el pueblo de Mouans-Sartoux (Alpes Marítimos), en el sur de Francia, se ha creado una granja orgánica municipal -la primera de este tipo en Francia- para abastecer al comedor escolar, con una reducción drástica de los residuos. Ha hecho posible alimentar a los niños con alimentos locales y orgánicos sin aumentar las tasas. Los niños y sus padres también pueden participar en talleres de jardinería y cocina organizados por la misma granja. Mouans-Sartoux, cuyas prácticas son ahora reconocidas a escala europea, está empezando a ser emulado.

Nuestra investigación («(Re)thinking Smart in Rural Contexts: a Multi‐country Study», por Jesús Cambra-Fierro, Lourdes Pérez, Growth and Change, 2022) muestra la importancia de las asociaciones de partes interesadas en todas estas iniciativas. Ningún funcionario electo, ningún líder de asociación, ningún empresario puede llevar a cabo tales proyectos de desarrollo rural sin depender de un grupo de habitantes que están unidos y decididos a cambiar las cosas. El fortalecimiento de la participación también es vital para que las innovaciones promovidas no socaven el sentido de pertenencia; no debiliten la identidad local.

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