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La Red de Ciudades por la Agroecología defiende la alimentación sostenible en la lucha contra el cambio climático

“En octubre del pasado año más de 20 municipios firmaron la Declaración de Valladolid, centrada en el desarrollo de políticas públicas para aumentar la sostenibilidad y resiliencia de los sistemas alimentarios en las ciudades y reaccionar a las emergencias globales que tenemos sobre la mesa, la crisis climática y la COVID 19 que nos piden con celeridad una reacción desde los sistemas agroalimentarios” explica María Carrascosa, de la Secretaría Técnica de la Red de Ciudades por la Agroecología, “este 2021 queremos explicar que la relación entre nuestra alimentación y la crisis climática es trascendental, por ello impulsamos una hoja de ruta internacional que pasa por la Declaración de Glasgow sobre Alimentación y Clima, y la celebración de dos eventos internacionales en Barcelona, VII Foro Global del Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán y III Foro Europeo de Agroecología, ambos centrados en la promoción de alimentos sostenibles para hacer frente a la emergencia climática”.

La Red de Ciudades presenta hoy su hoja de ruta sobre alimentación y clima, cuyo objetivo es plantear cómo los sistemas alimentarios actuales se pueden adaptar para mitigar la emergencia climática. “Porque se puede mitigar el cambio climático cambiando la manera en que nos alimentamos en las ciudades”, sentencia Carrascosa. Para ello aparte de la coordinación internacional con ciudades y municipios de todo el mundo ha impulsado la Declaración de Valladolid a partir del informe ‘Sistemas Alimentarios Locales Frente a Riesgos Globales, de la COVID19 a la Crisis Climática’. Una batería de 14 acciones articuladas en torno a 5 objetivos prioritarios para adaptar los sistemas agroalimentarios locales a los impactos de las emergencias globales y mitigar sus causas.

Las acciones comprometidas en la declaración de Valladolid son las siguientes:

1. Sistemas alimentarios sostenibles y resilientes: promover formas sostenibles en la producción, transformación, distribución y consumo de alimentos, en línea con la agroecología y desde la cooperación entre territorios urbanos y rurales.

2. Planificación territorial: proteger los suelos agrarios y otros recursos alimentarios (agua, conocimientos agroecológicos, biodiversidad cultivada) como parte de las redes de infraestructura azul y verde; e incorporar en el planeamiento general urbano instrumentos para la protección y el fomento de la producción, transformación y distribución agroalimentarias locales y sostenibles.

3. Derecho a la alimentación: asegurar el acceso a alimentos sostenibles, saludables, de calidad y justos a todos los grupos sociales, y especialmente a los más vulnerables, en sintonía con las directrices voluntarias promovidas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2005).

4. Activación comunitaria: fortalecer el papel de los agentes sociales y tejido asociativo local.

5. Buena gobernanza: promover la coherencia entre las distintas políticas públicas para la gestión de los riesgos globales, evitando arbitrar soluciones que, a la larga, refuercen las causas de las crisis.