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Mireia Mollà traslada al ministro Garzón los problemas de consumo que se generan con los cítricos importados de terceros países

La consellera de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, Mireia Mollà, ha mostrado su preocupación, en sintonía con el sentir del sector citrícola valenciano, sobre las importaciones de cítricos de países terceros en las que se permite la utilización de plaguicidas para el cultivo y postcosecha no permitidos en el territorio de la Unión Europea.

Ante esta situación, Mollà ha solicitado a través de una carta dirigida al ministro de Consumo, Alberto Garzón, su implicación en la defensa de los cítricos y fruta española en el marco de sus competencias ante los riesgos que pueden ocasionar para las personas consumidoras y que pueden afectar a su salud y derechos sustanciales básicos. En este sentido, le insta a defender el consumo de producto local frente a las importaciones, así como aumentar los controles respecto de las importaciones y realizar todas aquellas acciones necesarias en defensa de los intereses de la citricultura frente a la UE. En este último aspecto, hay que señalar que en octubre de este año se cumple el plazo de cinco años que permite la revisión de los Tratados firmados con terceros países, donde la Comisión Europea puede presentar las propuestas de modificación del Tratado en caso de que se haya demostrado perjudicial para los estados miembros o que no se hayan cumplido los parámetros establecidos.

“Los alimentos, como los cítricos, que se ponen en el mercado procedentes de terceros países, deberían ser igual de seguros que los producidos dentro del mercado europeo”, señala Mollà, quien pide que se activen desde el Gobierno español los controles e inspecciones del producto importado, además de su implicación en la defensa de la armonización de las importaciones con la normativa interna de la Unión Europea “porque es una contradicción que la UE prohíba el uso de determinados plaguicidas en territorio europeo, pero que estos estén permitidos para la importación de cítricos y otras frutas provenientes de terceros países”.

Mireia Mollà también destaca en su escrito las implicaciones sobre el medio ambiente y la salud vegetal y humana que chocan con la estrategia europea De la Granja a la Mesa. “Es una contradicción la importación de grandes cantidades de cítricos procedentes de Suráfrica vía transporte marítimo, cuando el transporte de una sola naranja de ese país en la UE supone la emisión de 13 gr de CO2 a la atmósfera, y se quiere llegar a la neutralidad climática con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero”, indica.

La importación de cítricos procedentes de terceros países merma además el consumo local y de proximidad y provoca efectos económicos graves, como es el aumento en los últimos años de frutos sin recolectar, por falta de demanda, sustituida por la demanda del sector importador y distribuidor de producto muy barato de país tercero fuera de la UE, con el consiguiente e indeseable desperdicio alimentario.

Además de todo ello, Mollà incide en que la importación masiva de cítricos está poniendo en riesgo la sanidad vegetal y forestal de los cultivos en la UE, como demuestran las repetidas interceptaciones de productos con algunas plagas de cuarentena. Es decir, que las importaciones de fruta tratada con pesticidas prohibidos en la UE, que además su transporte emite elevadas toneladas de gases de efecto invernadero, llegan además en algunos casos con nuevas plagas que no padecemos en la UE y que podemos llegar a sufrir.