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La sequía amenaza el año vitivinícola

* Patricio Simó.

En algunas comunidades autónomas como Castilla-La Mancha o La Rioja se han producido las primeras heladas de la primavera con cientos de hectáreas afectadas. Solo en La Rioja, los daños superan los 5 millones de euros mientras que las hectáreas afectadas en Castilla La Mancha superan las 17.500 hectáreas de superficie. La sequía, como consecuencia fundamentalmente del cambio climático, es el otro gran caballo de batalla al que deben enfrentarse los agricultores, donde la Comunitat Valenciana es una de las zonas más afectadas por la escasez de lluvias.

En un artículo reciente publicado en este mismo periódico escribía que la sequía estaba afectando de manera desigual según zonas y variedades. He visitado con Rafa la zona de la Rambla en Fontanars. La situación de algunos viñedos, como muestra la fotografía tomada esta mañana en la zona de la Rambla de Fontanars dels Alforins es alarmante y casi irreversible.

Quien suscribe estas líneas no ha visto una situación parecida en muchos años, pese a que los periodos de sequía se vienen repitiendo a lo largo de los años. Hay cepas que si no llueve en los próximos días podrían secarse, y los pronósticos meteorológicos no son nada halagüeños y no señalan precipitaciones en lo que resta del mes de mayo. De enero a mayo hay registrados 77 litros, mientras que el año pasado por estas mismas fechas ,llevábamos acumulados más de 200 litros por metro cuadrado. La situación es más grave en los terrenos fuertes, arcillosos y calizos, mientras que los suelos arenosos resisten mejor la sequía. En general, los suelos arenosos no retienen el agua, pero en condiciones de sequía extrema como la actual, permiten el laboreo para que las raíces no queden bloqueadas, como ocurre con los terrenos arcillosos donde la cohesión de dicho suelo ante la falta de agua se compacta y las raíces no pueden prosperar, como explica Mauro Matarredona, viticultor de Fontanars dels Alforins.

Por su parte, el suelo arcilloso es poco permeable al agua y, en consecuencia, tiende a retenerla. Durante las estaciones de sequía se endurece y se vuelve difícil de cultivar. El suelo es uno de los factores que más influyen en las características de las uvas y, por tanto, de los vinos. Y es lógico, porque la planta se alimenta del suelo, donde hunde sus raíces y absorbe agua y nutriente.

De continuar así es muy probable que muchas parcelas de viña no lleguen a recolectarse. Desde las asociaciones agrarias como la Unió Llauradora i Ramadera han pedido al Gobierno ayudas urgentes para paliar la sequía.

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